Llevo alrededor de 13 años en el activismo por los animales, antes rondaba por las organizaciones ecológicas y más joven (porque sigo siendo MUY joven 🙂 ) en el tema de la discapacidad. En todas las causas que defendí encontré gente que pensaba diferente, conservadores y radicales, pero que al final parecían trabajar en el mismo sentido. En el activismo por los animales o no parece ser así.
No se sí sea capaz de descifrar el problema, pero haré lo posible.
La gente que defiende a los animales se identifica con la causa y decide abocarse a su defensa por 2 motivaciones:
1.- Un sentido de comunidad que le indica que todos somos iguales, que nadie merece ser usado ni abusado para beneficio de otro, que luchar por los demás (sin importar su especie) es luchar por uno mismo, cree que los valores no deben tener excepciones y que para erradicar la violencia en el mundo es necesario no tolerarla de ninguna forma.
2.- Sufre de alguna carencia que le lleva a proteger a los indefensos, a veces a refugiarse en ellos, quizá a sentirse útil, necesario y/o importante. En ocasiones lo hace para poder odiar a los demás enalteciendo a seres diferentes, para dejar clara su postura de rechazo a los humanos (en el fondo rechaza a algunos, pero una especie de visión adolescente le hace generalizar), a veces puede encontrar un reflector que le apunte y llenar sus ansias de reconocimiento.
Ademas de estas motivaciones, existe un gran universo de posturas y conceptos sobre los animales: los abolicionistas, los bienestaristas, los proteccionistas, etc, diferenciados principalmente por el grado de “igualdad” que confieren a los animales (para con los humanos y entre ellos).
Es innegable que la sociedad tiene muchos defectos, quizá toda ella está mal en su estructura, pero creo que la violencia nunca será la manera de cambiarla, solo generará rechazo y creará más resistencia al cambio, la violencia en vez de ayudar, perjudica, margina al movimiento de cambio, sea cual sea la causa. La violencia solo se usa cuando peligra la integridad, porque en cuestiones sociales, cuando se gana con violencia, existe el peligro de que dejar una tiranía nos lleve a otra. La sociedad está fundada en un concepto de pertenencia y protección, cualquier cosa que la violente será rechazada, se convertirá en el enemigo. Como cuando los búfalos sienten peligro y protegen a su manada rodeándola todos apuntando sus cuernos para afuera, listos para atacar a cualquiera que se acerque. Ese efecto logra cualquiera que se sale del sistema y quiere atacarlo desde fuera.
Debemos comprender que no todo el mundo ama a los animales y que tienen derecho a no hacerlo, como tienen derecho a no amar a los árboles o a los niños, lo que no quita que tengan la obligación de respetarlos. Además, crecimos en una sociedad basada en el antropocentrismo, que ve al hombre como centro del universo, como el elegido, como el hijo predilecto (si no es que el único) de Dios. La mayoría de los “animalistas” crecimos en esa sociedad, y vimos a los animales como objetos, obviamos su sufrimiento, nos desconectamos de la realidad que viven. La mayoría nos los comimos, nos vestimos con ellos, los vimos en espectáculos, los abrimos en los laboratorios escolares, y lo hicimos porque era el status quo, porque era lo normal, no éramos asesinos, ni malditos, ni personas sin corazón, éramos inconscientes de lo que sucedía, y como al resto de la sociedad, nos enseñaron que los animales están aquí para nosotros, para usarlos.
Y veo que a veces olvidamos que todos salimos de ahí, de esa manada que protege sus creencias, y comenzamos a atacarla sin entender que nuestra manada no es el enemigo, el enemigo es el sistema, que no permite ni promueve la consciencia en la manada que naturalmente se resiste al cambio, a salir de su zona de confort.
Leo y escucho juicios de “asesino” a aquel que va a los toros o al circo que usa animales, de “insensible, ignorante e inconsciente” a aquel que se los come y de muchos otros calificativos a aquel que no puede ver lo que nosotros vemos.
Copio un ejemplo de entre cientos parecidos:
“Pero si vean que clase de gente son: viejas chismosas, incultas, impreparadas, ignorantes, chancludas, nacas, corrientes, chimiscoleras, fodongas, piojosas, sucias, pendejas. Aayyyy y todo lo que me falta por decirles”
Todo esto lastima el corazón… duele ver personas con tanto resentimiento, con tanta soberbia. Y peor aún, que se digan defensores de los animales. Queremos respeto para los demás y no ofrecemos respeto, queremos que no se discrimine por especie y nosotros discriminamos por raza, clase, costumbres, procedencia, grado escolar, nivel social, etc. por pensar diferente, por no haber abierto los ojos a esta realidad, por ser parte de lo que quizá nosotros fuimos alguna vez…
Y si hablo de “nosotros”, no es porque yo también actúe o piense así. Lo hago porque la sociedad que se protege dentro de ese círculo nos ve a los defensores de los animales como un grupo, y piensa que todos somos iguales: los defensores de los animales son violentos, groseros, intolerantes, inconscientes, peligrosos, etc.
Si ya de por sí es difícil insertar nuestro tema a la sociedad, hacerlo luchando contra los “compañeros de causa”, lo hace aún más difícil, y quien pierde al final, son los animales a quienes decimos defender.
Es pan de todos los días en este movimiento que cuando a alguien se le ocurre sobresalir o levantar la voz, parece que la reacción natural es voltear a verlo con los ojos desorbitados (incrédulos y ofendidos de que alguien ose brillar más que nosotros) y de inmediato comenzar a buscar los puntos débiles para destruirlo.
Si una celebridad dice que está en contra de los toros, los animalistas comienzan a revisar su historia, y quizá encuentren fotos suyas en la plaza (porque quizá antes asistía), o que come carne o usa zapatos de piel, y de inmediato comienza el ataque… <<ya no importa que se atrevió a levantar la voz en contra del status quo, importa que “no es congruente”>> y lo crucificamos, como si con su crucifixión laváramos los pecados de la vida que solíamos llevar, como si ahora fuéramos puros, limpios de pecado, CONGRUENTES (si lo fuéramos, no usaríamos celular (cuya producción usa elementos muy contaminantes), no viajaríamos en auto (que contamina), no leeríamos libros (que ocupan hojas que vienen de árboles), etc., no estaríamos leyendo estas líneas).
Y con esa crucifixión (“la merecía por incongruente”, pensarán los verdugos), logramos que esa persona no vuelva a levantar la voz, y que el resto rechace hacerlo por el temor a ser atacado por (irónicamente) los “compañeros” de causa, debilitando el alcance de la misma.
Y no propongo que dejemos de confrontar y levantar la voz cuando notamos incongruencias, propongo que hagamos un esfuerzo por comprender, por transformar sin violentar, por sembrar semillas de cuestionamientos y por proponer debates. Es un hecho que no cambiaremos el mundo de un día para el otro, porque si generamos resistencia, el cambio tomará más tiempo, si crucificamos gente, la gente nos tachará de bárbaros, y estaremos condenando a los animales a seguir sufriendo.
Si tu eres luchador por los derechos de los animales, te invito a comprender a quienes piensan diferente, quizá aprendas algo. El movimiento que defiende a los animales es esencialmente de respeto, busca terminar con todo tipo de discriminación y violencia, y esta no se arregla con más violencia. Si quieres que te escuchen, comienza por escuchar, no impongas, ayuda a que la gente se cuestione, déjalos encontrar su respuesta, infórmate para que puedas dar buena información, ponte en el lugar de los demás, sé un buen abogado por los derechos de los animales, piensa (profundamente) en lo que mayor beneficio genere para ellos, aunque no sea totalmente lo que quisieras, sabemos que ellos no pueden defenderse solos, seamos mejores personas, el cambio comienza por nosotros.
Únete a organizaciones, estúdialas, piensa cual es el mejor modo de ayudar, está dispuesto a aprender, comprométete, menos palabras y más acción. No dividas: nunca lograrán lo mismo mil personas trabajando separadas, que un grupo de mil personas trabajando organizadas por un objetivo. Quítate de prejuicios y olvida lo que has escuchado sobre el movimiento de defensa de los derechos de los animales, borra tu mente, empieza de ceros, conoce y actúa, hay millones de animales esperando a que maduremos.
El mundo puede cambiar, todo es posible, no esperes a que venga “alguien” a cambiarlo, ¡ese “alguien” eres tú!
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Antonio Franyuti
Director ANIMAL HEROES
Diseñador industrial, padre, empresario y activista por diversas causas. Fundador de ANIMAL HEROES. Soñador y realizador de sueños.
@AntonioFranyuti[/icon_box]