Existen múltiples celebraciones a lo largo del año donde se acostumbra a dar regalos, de los cuáles uno de los más populares es la joyería con perlas, pero ¿de dónde se obtienen las perlas? ¿Qué hay detrás de estos, aparentemente, inocentes regalos?
Mejillones, ostras y demás moluscos producen perlas cuando un parásito ingresa en ellos, generando un tipo de recubrimiento líquido en capas cuya función es meramente la de un mecanismo de defensa, tras algunas capas de esta sustancia denominada nácar, se tiene como resultado, una lustrosa perla. Sin embargo, no todas las ostras pueden llevar a cabo la realización de una perla.
Por lo tanto, durante muchos años, se capturaba a enormes poblaciones de ostras, abriéndolas para buscar aquellas que tuvieran perlas en su interior, de ser así se conservaban las perlas. Importante señalar que es un escaso porcentaje las que llegan producirlas y al resto, simplemente lo desechaban. Esto representó una disminución masiva de la especie y casi extinción.
Años después, llegó el cultivo de perlas, industria empleada actualmente por Kokichi Mikimoto, empresario japonés y creador de la mundialmente famosa empresa de joyería que lleva su nombre. La finalidad de este método es incrementar la producción de perlas de manera más rápida y barata, aunque la esencia sigue siendo la misma.
La técnica consiste en implantar quirúrgicamente un parásito, generalmente, pedazos de concha, y lograr a través de periodos de tiempo muy precisos (conforme mayor sea el tiempo, de mejor calidad será la pieza). Los granjeros de ostras las sumergen dentro de jaulas a diferentes temperaturas de agua para adquirir el color y forma de perla deseados, resultando en un proceso sumamente doloroso para ellas. Un gran número de ostras fallece en el proceso.
A pesar de toda la controversia y debate generados alrededor, el estrés y dolor que sufren las ostras existe, siendo el primero en aparecer desde el momento en el que un parásito se adentra invasivamente en ellas, hasta la tortura que implica introducirlas primero en agua hirviendo para inmediatamente pasarlas a heladas temperaturas.
Aquellas que sobreviven y producen perlas son nuevamente torturadas en estos terribles ciclos.
¿Te imaginas a tu dentista abriéndote la mandíbula bruscamente con unas pinzas gigantes para introducirte una piedra mientras estás sumergido en un tanque de agua que en un momento hierve y al siguiente se congela?
Esa es la realidad de las ostras, la realidad de la que casi nadie habla.
En ANIMAL HEROES, te pedimos descartar la idea de comprar perlas como regalo y te recomendamos buscar alternativas, por ejemplo, unas perlas sintéticas, cuya apariencia es similar, su costo es mucho más económico y no existe explotación animal, ni crueldad para su elaboración.
Cuéntanos, ¿te animas a compartir la desconocida historia de las perlas?