Desde épocas prehispánicas, el jaguar ha sido asociado con poder y fuerza. Los Aztecas, Mayas y Olmecas lo trataban con profundo respeto, representándolo en esculturas, pinturas, cerámicas e incluso, con centros ceremoniales en su honor pues lo consideraban símbolo de la naturaleza y creador de vida, y no estaban nada equivocados con esto último.